viernes, 8 de mayo de 2009

Anacrónico, absurdo, inmoral

Odio escribir. Me revienta el intestino el sonido seco del teclado, el vértigo de la página en blanco, el calor artificial que escupe la pantalla. Y, desde hace siete años, repito este ritual envenenado todos los putos días. Como buen géminis, como buen homosexual y como buen maricón, antes me encantaba leerme y releerme, mirarme al ombligo, enredarme de placer entre mis frases, sentarme sobre las metáforas con los pies colgando... y volverme a leer. Pero a fuerza de eyacular sobre mi propio talento, me he cansado. Estoy empachado de mi retórica rimbombante y vacía; mi estilo de adjetivos esquizofrénicos me produce náuseas, me engorda, me arrincona el pulso, me enferma, me empacha, me aturde, me toca los cojones. Más de nueve horas al día desafiando renglones con mi pluma excesiva me supera. Quiero ser un escritor maldito y suicidarme tras beber cualquier brebaje novecentista. O mejor aún, deseo convertirme en minero, bajar a las entrañas de la Tierra, respirar un gas dulce y letal y morir con el rictus y el talante de la clase media. O bajarme de este mundo tras ser aplastado por la basura de un vertedero de la India. Cualquier cosa menos escribir. Por favor, Señor Mío Todo Poderoso, Criatura Divina y Celestial: haz gala de Tu Eterna Misericordia, atiende mis súplicas y llévame contigo. Odio escribir. Odio escribir. Odio escribir.

Odio el fútbol. Mataría a los desalmados que gritan gol en horas de trabajo. Les pegaría un tiro en la nuca. Rápido, frío y sin rencor. Degollaría con precisión matemática a todos los futbolistas de este mundo cruel. Y a las zorras que se los follan. Y a los árbitros, y a las taquilleras de los grandes estadios, y a los vendedores de perritos calientes, y a las tejedoras de las bufandas multicolor. Quiero que la maquinaria del jodido soccer me deje morir en paz. Que los informativos, las tertulias, la prensa y la vida no me escupan su basura fascista y futbolística a cualquier hora, a cualquier precio y en cualquier lugar. Lenny Riefenstahl y su 'Triunfo de la libertad' perdieron su potencial aglutinador tras la muerte del Führer; así que rescatar la propaganda nazi a estas alturas es anacrónico, absurdo e inmoral. Tan anacrónico, absurdo e inmoral como que millones de personas alcancen el clímax con el poder de la masa, entren en trance con los cánticos colectivos, se uniformen y se envuelvan en banderas con olor a guerra. Odio el fútbol. Odio el fútbol. Odio el fútbol.

Aquí estoy, escribiendo con mi prosa repugnante. Y de fútbol. Tras 13 horas sentado delante de mi ordenador, saco punta a la mayor verdad de mi existencia: mi vida es una mierda. Sólo me queda la esperanza de una muerte súbita al calor de esta luna de mayo cañí. Después, eso sí, de una hora de trayecto en el infierno del metro de Madrid. Mi vida es una mierda; ¿o no lo había dicho ya?


11 comentarios:

  1. Estamos de nones, eh Lobito? Si ejjj que desde que no te doy masajes...

    Un besico y anímate, hombre!!

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  2. Pongamos que hablo de desidia... jajaja Ánimo!!! lo mejor es que escribas estas cosas cuando te apetezca, no con plazos y por obligación, pq tu alma libre tiene q hacerlo cuando sale y punto!!

    Momito

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  3. Yo prefiero el tenis, porque me parece un deporte más pacífico, y menos violento, y donde hay mucha más deportividad tanto al ganar como al perder. Y por cierto, donde no hacen acto de presencia tanto insulto marcando territorio. ¿realmente es necesario?

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  4. Tener que escribir sin inspiración es, ciertamente, una putada. Yo odio el crujir de la silla, típico de cuando se pasa uno reflexionando largo rato, tratando de sacar palabras de donde no las hay.

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  5. Yo odio que odies escribir...
    Espero que se te pase pronto. Te esperaremos impacientes.
    MUA!

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  6. yo te llevo de garitos, compramos material del bueno y luego nos echamos unas risas juntos....

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  7. Hola,

    Menuda decepción leyendo tú nuevo blog, vale que has cambiado de registro y es ompletamente diferente. Pero aún así aunque no te guste el contenido ni la temática que va relacionado, sigue sin ser nada del otro mundo, parecen las declaraciones de un quinceañero que ha juntado la letra de una canción de Rihanna junto con algo que haya leído de Lucía Etxebarria y haya vomitado tres hilos seguidos sin pena ni gloria pretendiendo parecer un gay bohemio al que no le gusta el futbol.

    No sé, creo que eres capaz de hacerlo mejor, o mejor dicho de ponerle más ganas, pero si esto lo haces por hacer, mejor que te vayas buscando otra forma más productiva de ayudar a quien te lo pidió.

    Un saludo,

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  8. Caso que tu estado sea cierto y no una mera provocación, algo hay que hacer para cambiar. No pretendo hacer de psicólogo. O quizás si... La cuestión es que no te puedes permitir estar así. Jodido hacer algo cuando no se siente uno inspirado ni ilusionado. Pero más jodido es saber que es está así y que uno no espabila. Espabila, la solución está en tí. Ya lo sé, que fácil es decirlo...Pero coño, ni yo ni nadie puede espabilar por tí..

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  9. Hola Martin! Soy Manu desde Italia. Estas bien? Suenas como si estuvieras poseido... (disculpa las faltas ortogràficas, pero el teclado es diferente). No resultas nada divertido y menos cuando no tienes ni el màs mìnimo respeto por la gente futbolera, que seguramente también habrà amigos tuyos que lo sean, hinchas u homosexuales o ambas a la vez. Te comprendo cuando dices que estàs cansado de escribir... pero por desgracia es tu trabajo y con el que ganas el dinero para pagar el alquiler y tus gafas D&G (q seguro q las posees).

    Relajate, hombre. El verano esta cerquita, la gente guapa en las terrazas, los morenazos detràs de las barras o fuera de ellas bailando, las piscinas, las playas, las barbacoas con los amigos... siempre te quedarà Helsinki!;)

    Un abrazo desde La Bella Italia

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  10. Odia odiar y sin embargo odio... y amo el fútbol pero te suplico que no me remates, no me remates en la nuca que sin duda es lo más bello que tengo pues es lo que menos veo o siento...

    Sólo debes amar odiar y amar profundamente el odio, ya no odiarías...

    ¿Para qué escribes?

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