jueves, 6 de mayo de 2010

La coartada gay del Real Madrid


Por Martín Lobo

Ahora que la Liga dispara sus últimos perdigones -gracias a Dios y a todos los Altares-, la rumorología vuelve a los estadios. La sombra de la homosexualidad, ese monstruo sucio y deforme que inventaron los monos africanos, se ha colado una vez más por las costuras del puto fútbol.

Ibrahimovic y Piqué, por lo visto dos de los puntales del FC Barcelona, se han vuelto a enredar en la maraña de las leyendas urbanas. Y todo por culpa de un paparazzi con muy mala leche y mucha puntería. La foto de la discordia, un pequeño mordisco a la gloria azulgrana, enseña las vergüenzas cariñosas de ambos futbolistas, enzarzados en un suave susurro y el inocente juego de sus manos.

Y, detalle importantísimo, a los pies de un descapotable. La imagen llega justo a tiempo para desentrañar las fobias madridistas. Sólo así, azotando las dudas y el desconcierto sobre sus rivales catalanes, CR9 y sus secuaces están más cerca de ganar la Liga, la mejor del mundo, dicen, que presume de tener nombre de entidad bancaria.

Porque a falta de fiestas merengues en las que dejarse el dinero y el esperma, mejor que sembrar el fantasma del mariconerío culé para espantar el miedo a hacer el ridículo. Digo esto después de observar el jolgorio que se traían las hordas madridistas al contemplar el pseudoabrazo de Gerard y el gigante sueco.

He oído, entre otras sandeces, la siguiente declaración de principios merengues: 'No creo que sean gays, pero esta foto tiene que salir a la luz. Así se podrán nerviosos y podremos hacer algo en los tres partidos que quedan'.

Queridos aficionados del Real Madrid: muy mal tienen que estar las cosas en Villa Bernabéu si para ganar algo tenéis que insistir en la desviación cromosomática del poderío culé. Como siempre, os volvéis a hacer popó en los pantalones. Y qué mejor que echar mano de la caspa, el chascarrillo de barrio barato y la homofobia para dar un golpe de timón a una Liga que ya está sentenciada.

Eso sí, la foto es una monada. Si Francisco Franco levantase la cabeza